
El verdadero Frente Amplio es la unión por Colombia
Colombia está en un punto de inflexión. El país necesita reencontrarse con lo que nos ha permitido avanzar, con lo que nos ha dado estabilidad y confianza en el futuro.
No podemos seguir atrapados en discursos vacíos ni en divisiones artificiales. Es momento de hablar claro: lo que está en juego es el destino de una nación que no puede permitirse retroceder.
Debemos recuperar la esperanza, la determinación y la certeza de que sí es posible construir un futuro mejor.
En los últimos meses, hemos visto con preocupación cómo la economía se desacelera, la inseguridad aumenta y la inversión se enfría.
Las familias colombianas sienten la presión, los trabajadores ven amenazadas sus oportunidades y los empresarios enfrentan un clima de incertidumbre.
Sin embargo, pese a las constantes diferencias, la historia nos ha demostrado que hemos conquistado victorias por el bienestar común, Colombia si ha avanzado.
Y eso es exactamente lo que necesitamos ahora: liderazgo, firmeza y compromiso.
Se habla mucho de un Frente Amplio, pero, ¿Qué tan amplio es realmente cuando solo incluye a quienes piensan igual? No es un secreto que, recientemente, hubo gestos poco afortunados hacia liderazgos regionales que han trabajado históricamente por lo social, por los derechos laborales y por la atención de los más vulnerables.
Señalamientos que, aunque luego matizados como producto del calor político, dejaron entrever la poca disposición a reconocer trayectorias distintas pero valiosas.
Lo que ha propuesto el Gobierno parece más un frente condicionado que amplio. No se construye país dividiendo ni deslegitimando al que piensa distinto.
Nuestro punto de partida no es el enfrentamiento, sino la memoria. Hay que recordar lo que hemos logrado como nación: expandimos el acceso a servicios públicos, universalizamos la salud, avanzamos en la inclusión de la mujer en el mercado laboral y consolidamos una economía que, con esfuerzo y sacrificio, se convirtió en referente regional.
Es momento de recuperar esa energía, de respirar nuevamente progreso y de entender que no estamos condenados al estancamiento ni al retroceso.
El futuro lo construimos con decisiones acertadas, no con discursos incendiarios.
El reto que enfrentamos es grande, pero no insuperable. Colombia necesita seguridad, generación de empleo formal, mejorar la salud y servicios públicos, y confianza para invertir y crecer.
No lograremos nada si seguimos atrapados en luchas políticas estériles, si seguimos permitiendo que la polarización defina nuestras decisiones.
Desde el Partido de la U, hemos demostrado que es posible construir consensos sin caer en radicalismos. Siempre hemos creído en el diálogo, sentido común y en la importancia de unir fuerzas para garantizar estabilidad y progreso.
Colombia necesita más que discursos y promesas; necesita caminos claros, acciones concretas y un propósito nacional que devuelva la confianza y la esperanza.
Y esa es una responsabilidad que nos compete a todos.